domingo, 4 de octubre de 2009

Historia de una noche de Otoño

El sábado por la noche es por excelencia el momento cumbre en la vida de todo soloter@. Y es cierto, se mire como se mire.


La historia de hoy es una historia sobre traición, amistad, desamor y celos. Todo ello teniendo al libre albedrío como espectador de lujo. Y es que a veces, eso que tanto nos gusta llamar “el destino” nos juega malas pasadas.

No hace mucho tiempo, Ana, una chica soltera conoció a Víctor en un concierto. La amiga de Ana, Rosa, con la labia y el buen rollo que la caracteriza hizo de intermediaria entre su amiga Ana y Víctor para que intercambiasen sus móviles y pudieran verse en un futuro no muy lejano.

La noche en la que todos los planetas se alinearon y quedaron en verse, el destino planificó una cena previa a la que asistieron aparte de Ana y Rosa, Pedro, María, Amy y Andrea. A lo largo de la cena se intercambiaron opiniones, historias, aventuras y desventuras. Ana, ante el evento que le esperaba, contó a todos los presentes cómo había conocido a Víctor y el plan que tenía para la noche. Ante tal acontecimiento surgieron las preguntas de “quien es él y en qué lugar se enamoró de ti”, a las que Ana fue contestando con todo lujo de detalles. Surgió entonces la pregunta de –“y donde trabaja este Víctor?” La respuesta fue lo que abrió la caja de Pandora. Qué justo que Amy y Andrea trabajaban en el mismo lugar que Víctor y tenían un compañero que se llamaba así. Ante tal coincidencia decidieron comparar los números de teléfono para asegurarse que era justo la misma persona!!! He de decir que aquí el pobre Víctor ya se había metido en un berenjenal sin quererlo ni beberlo.

En ese momento Andrea dijo las palabras que tanta vida dieron esa noche de sábado; -“no puede ser, Víctor tiene novia!”. Entonces empezó a cavilar la máquina de pensar que tienen todas las mujeres. Decidieron entre ellas hacerle el camastro a Víctor, es decir, lo que buenamente se conoce por “te vas a enterar, capullo!”. Víctor estaba más hundido que nunca y todavía no sabía ni el porqué.

Llegado al acuerdo común, todo el grupo se dirigió hacia el punto de encuentro, un bareto del centro de Madrid donde la añoranza por la década de los 80 da un toque melodramático a todo lo que ocurre en su interior. Unos cuantos bailes después llego Víctor al bar, solo, con todas las intenciones de quien sabe que esa noche el pescado esta vendido y la victoria es el único desenlace posible. De sorpresa (por decir algo) fue su expresión cuando vio a Amy y Andrea en el mismo grupo que Ana. Mientras Víctor empezaba a darse cuenta de la situación, Rosa, con la labia y el buen rollo que la caracteriza, hizo su aparición estelar. Actrices buenas se encuentran muy de vez en cuando, lo de Rosa es algo superior. Me quedo tan solo con la frase –“ mira, yo pensaba que el chico era educado saludando a todo el grupo y resulta que las conoce!”.

A partir de ese momento, Ana obvió la presencia de Víctor, rodeado por Andrea en todo momento. Así que Víctor, viendo como estaba evolucionando la noche empezó a mover sus fichas. Se acercaba a Ana, pero Ana ya estaba fuera de su alcance. Entre cambio y cambio de bar, Víctor preguntó a Rosa por su amiga y la razón por la que se comportaba de manera tan despreciativa. Entonces llegó el momento que todos estaban esperando, Ana le explicó a Víctor sus argumentos y Víctor (pobre alma en pena) no pudo mas que decir –“pero si yo no tengo novia! Quién te ha dicho eso?” En ese momento salió a relucir el nombre de Andrea. Víctor, como todo soldado que sume su derrota, decidió luchar hasta el final. Le contó a Ana que Andrea se le había insinuado hacía tiempo y que él se había negado. Esta negación, dejaba a Andrea en una situación muy delicada. Entonces fue cuando entró en la conversación Andrea, que no había escuchado las últimas declaraciones de Víctor. Entre ellos no hubo más que reproches y discusiones que no llegaron a ningún lugar.

Víctor asumió su derrota más amarga y terminó marchándose a casa, Ana se quedó de fiesta porque en ese momento era lo único que le apetecía, y Andrea coincidió con Víctor en su marcha a casa (vaya usted a saber cómo terminaron esos dos).

Una cosa es cierta, en esta historia no hay buenos ni malos. Andrea le dijo a su amiga lo que creía cierto. ¿O fue un ataque de celos al ver que Ana había conseguido algo que ella no consiguió en su momento?Ante el reproche de Víctor de “podrías habérmelo preguntado” no cabe la duda que dicho reproche no tiene fundamento lógico. Por otra parte, Ana hizo lo que tenía que hacer, darle un suministro de algo que Víctor no había comprado, ni deseado.

Al final, la noche termino y el destino se rió de los tres. Ahora, las interpretaciones son muchas y muy variadas. Esto lo dejo para vuestra imaginación...

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